lunes, 13 de octubre de 2014

La inseguridad pone contra la pared a Gobernadores

-Y en este marco de creciente presión ciudadana hacia los Mandatarios Estatales, Jorge Herrera Caldera toma las riendas de la Conago.

Durango, Dgo. (EL CONTRALOR).- En forma por demás inesperada el Gobernador Jorge Herrera Caldera fue electo Presidente de la Confederación Nacional de Gobernadores, una institución creada por Gobernadores priístas durante el sexenio de Vicente Fox, como contrapeso al poder presidencial panista que, en ese entonces, estaba en pleno ascenso.
Pero la llegada del Mandatario Duranguense se presenta en un momento por demás revuelto y en donde los Gobernadores del País, se encuentran en el centro de la enconada polémica nacional por los magros resultados en materia de seguridad, conseguidos hasta ahora. Hay quienes sostienen que podría ser dentro del período que presida Herrera Caldera, que se haga efectiva la renuncia de un nuevo Gobernador: Ángel Aguirre, quien ya puso sobre la mesa un especie de referéndum-consulta, para que la población decidiera.
Y es que el reproche que hiciera el pasado jueves el Presidente Enrique Peña Nieto en el sentido de que es inaceptable que en un Estado democrático de derecho como México, haya localidades con vacíos de autoridad y complicidades entre gobernantes y delincuentes.


Frente al pleno de la 47 sesión ordinaria de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), exigió a los tres niveles de gobierno mayores resultados en el corto plazo en materia de seguridad  y que cada autoridad asuma mayor responsabilidad y compromiso.
Urgió a acelerar y profundizar las medidas estructurales necesarias para que la Ley y la Justicia imperen en todo el País.
Dijo que lo elemental es contar con corporaciones de seguridad profesionales y, ante todo, confiables.
En la reunión, en la que no estuvo el Gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, y se refirió al caso Iguala, sostuvo que la corresponsabilidad no es justificación para la omisión o la suplencia.
En alusión directa al caso Iguala, sin nombrarlo, el Presidente se mostró molesto porque en el País existan algunas “localidades” con ingobernabilidad y que haya connivencia entre autoridades y criminales. Esto es totalmente inadmisible, advirtió en la clausura de la Conago.
“Es inaceptable que en un Estado democrático de derecho, como México, pueda haber localidades con vacíos de autoridad y, peor aún, con vínculos de complicidad entre gobernantes y delincuentes”, sentenció.
Recordó a 28 Gobernadores y al Jefe del GDF, Miguel Ángel Mancera —fue notable la ausencia del Mandatario de Guerrero, Ángel Aguirre—, que desde el inicio del sexenio “hemos trabajado con todas las Entidades Federativas para impulsar la profesionalización y el fortalecimiento de sus cuerpos de policía”, y les pidió que, “ante la necesidad de lograr mayores resultados en el corto plazo, es indispensable que cada orden de gobierno y cada autoridad asuma también mayor responsabilidad y compromiso.
“La corresponsabilidad no es justificación para la omisión o la suplencia. Al contrario, es un compromiso que exige lo mejor de cada instancia. Ésta es la convicción que tiene el Gobierno de la República para hacer equipo con los gobiernos estatales y mejorar juntos la calidad de vida de los mexicanos”, dijo.
Minutos antes, en el marco de la ceremonia por el Centenario de la Conformación de la Soberana Convención Nacional Revolucionaria, en el teatro Morelos, Peña Nieto también le dijo a los gobernantes locales que hoyAñadir un evento para hoy más que nunca deben fortalecerse las instituciones de todos los órdenes de gobierno y esto es especialmente necesario “en aquellas zonas en que por diversas circunstancias han sido rebasadas las autoridades locales”.
En el caso Ayotzinapa, el Ejecutivo ratificó a la Conago, en el patio central del Museo Descubre, que ante los hechos de violencia contra jóvenes estudiantes, la autoridad federal asume su responsabilidad para esclarecer el caso y hacer que “todos los culpables materiales, intelectuales, de dichos actos inhumanos y de barbarie respondan ante la Ley”.
En este marco, a nombre de la Conago, el Gobernador de Morelos, Graco Ramírez, leyó un acuerdo de los Mandatarios Estatales donde condenan los hechos violentos, se solidarizan con los familiares de las víctimas y hacen votos por el rápido restablecimiento de la paz y la seguridad en el municipio de Iguala, Guerrero.
“El pleno de Gobernadores se solidariza con la sociedad Guerrerense y las familias de los estudiantes desaparecidos, externando su deseo por que éstos aparezcan. De igual manera, reafirma su convicción por que prevalezca un clima de paz y respeto a los derechos humanos para todos los habitantes de esta Entidad hermana”, subrayó.
Peña Nieto insistió que toca a los tres órdenes de gobierno “actuar con responsabilidad institucional e ir más allá de la resolución de este indignante caso en particular”. Por ello, dijo, “debemos acelerar y profundizar las medidas estructurales necesarias para que la Ley y la Justicia imperen en toda la geografía nacional”.
“Lo elemental es contar con corporaciones policiacas profesionales y confiables ante todo”, les precisó a los Gobernadores, a quienes dijo que se ha trabajado desde la Federación con todas las Entidades para impulsar el fortalecimiento de las corporaciones policiacas.
El Presidente aseveró a los Gobernadores que se debe fortalecer a las instituciones de todos los órdenes de gobierno y esto es especialmente necesario “en aquellas zonas en que por diversas circunstancias han sido rebasadas las autoridades locales” y “hacer que la seguridad, la Justicia, el respeto a los derechos humanos y la aplicación de la Ley sean una realidad cotidiana en todo el País”.
La solución es el mando único: Duarte
La incorporación del mando único en algunas Entidades de la República sería la solución a los problemas de inseguridad, consideró el Gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, quien señaló que si bien en algunos estados hay descomposición, en otros se tiene avances considerables en materia de seguridad.
—¿El mando único es la solución?
—Es una de las soluciones.
Aunque no quiso opinar sobre la posible renuncia del Gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, por respeto a la soberanía del Estado, destacó que el caso Iguala es un ejemplo de lo que pasa cuando a las corporaciones las manejan delincuentes.
Duarte negó que haya un Estado fallido o una democracia simulada ante los hechos de violencia ocurridos en Guerrero.

Pero Federico Reyes Heroles, observa el contexto en que se desarrollan estos hechos cada día más frecuentes, no desde la óptica de la necesaria limpia de las estructuras policiacas del País, sino desde el flanco de la economía.
Reyes Heroles Alerta que “Peña Nieto y su equipo corren el riesgo de instalarse mentalmente en las reformas logradas y pensar que ese País encaminado a un mejor futuro es el que gobiernan. No es así, gobiernan un México en el cual la pobreza extrema está instalada y agravada por el aumento desmesurado de productos centrales de consumo popular. Entre el México del crecimiento previsible y el de hoyAñadir un evento para hoy hay un abismo que deben asumir. En las calles las reformas no existen. Hay empobrecimiento y los jóvenes no encuentran empleos, son dos flancos muy delicados”.
“El bono demográfico puede mutar de una esperanza justificada en los números a frustración que convoca a la violencia presente. Así de polarizado es el desenlace. Toda esa fuerza laboral en potencia, es también desesperación en ciernes. Sumémosle la otra violencia y Ayotzinapa que ya marcó a la gestión. El escenario es muy delicado”.
La analista María Marván Laborde observa el mismo fenómeno de la violencia, desde otro muy particular ángulo, en su entrega, el pasado 10 de los corrientes, a Excelsior:
Los hechos recientemente ocurridos en Tlatlaya y Ayotzinapa no sólo hacen evidente la ineficacia del Estado, sobre todo desnudan la desintegración social y muestran en carne viva la degradación humana que sufren aquellos a quienes ha tocado la guerra y el narcotráfico. 
No es necesario volver a describir el fusilamiento de 22 personas en la bodega de Tlatlaya o el secuestro de 43 normalistas de Ayotzinapa. Lo que parece urgente es esclarecer qué pasó en ambos sitios para cobrar la verdadera dimensión del horror que enfrentamos.
Después de tres meses y gracias a la investigación hecha por la prensa extranjera, sabemos que los eventos de Tlatlaya fueron, simple y llanamente, un fusilamiento, no una batalla campal. Alguien asumió que todos ellos eran el enemigo, ese alguien decidió que merecían la pena de muerte sin tener derecho a juicio, ese alguien ignoró el Estado de derecho.
Hay militares detenidos, más allá de que podamos pensar que se trata de los verdaderos responsables o simples chivos expiatorios, es indispensable saber si actuaron por su cuenta o siguieron órdenes de su inmediato superior, y así sucesivamente hasta llegar tan alto como sea necesario. No sólo es una condición para hacer justicia, es, sobre todo, una pieza fundamental para hacer un diagnóstico certero de qué tipo de problemas tenemos entre manos.
Sociológicamente estamos frente a dos asuntos de naturaleza distinta si los soldados que dispararon sus armas tomaron la decisión por sí mismos o si recibieron la orden de hacerlo. Si ellos tomaron la iniciativa nos enfrenta a uno de los fenómenos más devastadores de cualquier guerra; la metamorfosis del alma, el naufragio de la ética, la muerte de la empatía, el ser humano que, en un principio, es obligado a matar, llega a un punto de no retorno, acaba tomándole gusto a la crueldad y pierde todo aprecio por la vida humana, incluida la propia. Se transforma en un asesino en serie.
Si lo hicieron siguiendo órdenes, ya bien fueran explícitas o lo que ellos interpretaron como los deseos inconfesables de sus superiores, tenemos que ciertos elementos del Ejército, subrayo, ciertos elementos, han decidido que la única manera de acabar con esta guerra es al grito de ¡mátalos en caliente! Cualquiera de las dos hipótesis, o su combinación, son graves, pero requieren tratamientos distintos.
Los normalistas de Ayotzinapa secuestrados en Iguala aparentemente fueron levantados por una perversa e indistinguible mezcla de policías municipales venidos a delincuentes o de delincuentes transformados en policías municipales. Es necesario saber con precisión si el Presidente Municipal fue cooptado por el narcotráfico o impuesto por ellos. Otra vez, la diferencia no es sólo de sintaxis, acusa dos procesos diferentes de degradación de nuestras instituciones. Distinguirlos no es una curiosidad científica, es un requisito para iniciar el proceso de recomposición del tejido social.
La crueldad infligida en los cuerpos hallados en las fosas comunes recién descubiertas no se explica por sí mismo, ni aun bajo el supuesto de que todos ellos tuviesen quién sabe qué deuda con sus perpetradores. No asumo que esos cuerpos sean de los normalistas, tendremos que esperar la identificación del forense, sin embargo, en esencia, el problema es el mismo: seres humanos torturados por otros seres humanos hasta generar una repulsión que sale de las entrañas. ¿Dónde se nos pudrió la sociedad que nos ha permitido llegar hasta este  punto de anomia?
Hace décadas que el narcotráfico en nuestro País se había convertido en un problema gravísimo, pero como consecuencia del 11 de septiembre de 2001 la situación, que ya era complicada, se tornó dramática. Estados Unidos cerró eficientemente sus fronteras y fueron muchas las implicaciones para nosotros. Simultáneamente se estacionaron en México tanto la droga como los miles de mexicanos que ya no pudieron escapar de su pobreza y huir allende el Río Bravo en busca de las oportunidades de empleo que sistemáticamente aquí les fueron negadas.
La respuesta que propuso Calderón, más naïf que acertada, fue declarar la guerra contra el narcotráfico. Atacó el problema sin ver siquiera las causas. Es una guerra imposible de ganar que ha acelerado la descomposición social y la degradación humana hasta llegar a este infierno que produce cotidianamente escenas dantescas.
Está documentado que en Estados Unidos han muerto más veteranos de Vietnam suicidados que los que murieron en el campo de batalla. Ese es el problema fundamental de la guerra, transforma a todo ser humano que toca. Si la reconstrucción del Estado y el fortalecimiento del tejido social se antoja difícil, la reparación de la psique del que ha sido entrenado y obligado a matar, sea soldado o narcotraficante, parece imposible. Y esa dimensión ni siquiera nos la hemos planteado. 
Hasta aquí la reflexión de María Marván.
Entonces, en los meses por venir, el tema de la inseguridad escalará en los niveles de análisis y reclamos de la opinión pública nacional, tiempo en que Herrera Caldera estará al frente de la Conago, una inmejorable oportunidad para que el Mandatario Duranguense hable con amplitud sobre la necesidad de resolver en el corto plazo el tema de la economía interna del País, y de esta forma ir avanzando en la recomposición del tejido social, claro, también deberá dar ejemplo que en Durango, efectivamente, el renglón de seguridad ha ido mejorando. Un reto nada fácil.

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