-Los mini partidos presionan al PRI para garantizar
prerrogativas y votos gratis; el PAN los considera parásitos y se retira.
Durango, Dgo. (EL CONTRALOR).- Bien dicen que quien con niños se acuesta, mojado
se levanta. Y la semana pasada de nueva cuenta el acuerdo entre PRI y PAN sobre
las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones y energía, quedaron
perdidas, de nueva cuenta, en el tiempo. Ahora se habla que podría ser
hasta la primera semana del mes de julio cuando ambos institutos políticos
hablen, ya en serio, de los contenidos y la posible aprobación en períodos
extraordinarios, de sus respectivas aprobaciones.
Pero, ¿qué es lo que viene
metiendo ruido a la cohabitación de las dos principales fuerzas políticas del País,
para que saquen adelante las leyes secundarias tan demandadas
internacionalmente?
El amasiato que, en los últimos
seis años han mantenido varios partidos pequeños con el Revolucionario
Institucional. Léase: Partido Verde, Partido Nueva Alianza y en Durango, el
Partido Duranguense. El PRD, por su parte, su concubinato con el Partido del
Trabajo.
Este tipo de asociaciones,
legitimadas a conveniencia del tricolor, más que de las izquierdas, es lo que a
Acción Nacional mantiene irritado y el tema lo ha colocado en el centro de las
negociaciones parlamentarias. No más asociaciones amañadas con los partidos
pequeños, ha demandado. Y no regresará a la mesa de negociaciones, hasta que su
petición se cumpla.
Y es que con todo y que la
negociación de la reforma electoral llevó a los partidos políticos 16 meses, un
acuerdo fast track del PRI con el PRD, PT y MC –con el voto en contra del PAN–
cambió la Ley por completo para garantizar votos, recursos, posiciones y la
sobrevivencia de los partidos “satélite” o “chiquipartidos”.
Los partidos minoritarios, o
llamados también la “chiquillada”, son señalados como “negocios familiares”,
“negocios de grupos políticos entre amigos”, “brazos políticos sindicales” o
“medio de sobrevivencia de líderes de izquierda”, y tan sólo para este 2014
tendrán un costo de más de mil 216 millones de pesos a los mexicanos.
Al PVEM le asignaron 345.1
millones de pesos, 335.1 de los cuales es para financiamiento ordinario y el
resto para actividades específicas; el PT recibió 301 millones de pesos, 292.7
de financiamiento ordinario; Nueva Alianza obtuvo 286.2 millones de
financiamiento total, 277.9 millones para gastos ordinarios; y el Movimiento
Ciudadano 283.9 millones, 275.7 de gastos ordinarios.
'Chiquipartidos' aseguran rentabilidad en las elecciones.
PRD vuelve a la mesa energética; el PAN se levanta.
En la nueva Ley General de los
Partidos Políticos que se aprobó apenas el pasado 15 de mayo, en la sesión
plenaria de la Cámara de Diputados del pasado periodo extraordinario, se
estableció, en la Fracción XIII de su Artículo 87, lo siguiente:
“Los votos en los que se hubiesen marcado más de una opción de los
partidos coaligados, serán considerados válidos para el candidato postulado,
contarán como un sólo voto y sin que puedan ser tomados en cuenta para la
asignación de representación proporcional u otras prerrogativas”.
Sin embargo, de inmediato, en la
sesión del 21 de mayo de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, una
iniciativa de reformas al mismo artículo, presentada por los coordinadores
parlamentarios de PRI, PRD, PT y MC –y aprobada ya en la Comisión de
Gobernación de la Cámara de Diputados el 29 de mayo– se corrige el texto para
establecer una nueva y larga redacción:
“En el escrutinio y cómputo
tratándose de partidos coaligados, si apareciera cruzado más de uno de sus
respectivos emblemas, se asignará el voto al candidato de coalición, lo que
deberá consignarse en el apartado respectivo del acta de escrutinio y cómputo
correspondiente.
“Para el cómputo distrital de la votación para Diputados y Senadores, se
sumarán los votos que hayan sido emitidos a favor de dos o más partidos
coaligados y que por esa causa hayan sido consignados por separado en el
apartado correspondiente del acta de escrutinio y cómputo de casilla.
“La suma distrital de tales votos se distribuirá igualitariamente entre
los partidos que integran la coalición; de existir fracción los votos
correspondientes se asignarán a los partidos de más alta votación. Este cómputo
será la base para la asignación de representación proporcional u otras
prerrogativas”.
A punto de ser aprobada esta
modificación en un segundo periodo extraordinario de sesiones, el PAN alzó la
voz en contra y condicionó su permanencia en el diálogo con el gobierno para
aprobar las reformas energéticas y de telecomunicaciones, a que la Ley se deje
como se aprobó desde el pasado 15 de mayo.
Y el 19 de los corrientes, el
blanquiazul estalló nuevamente en cólera sobre el tema.
Durante la discusión de la Ley
General de Partidos, en materia de coaliciones, el Diputado panista, Fernando
Rodríguez Doval, calificó de “parásitos” a los partidos minoritarios, a los que
señaló como “negocios de familias, de grupos de amigos o de sindicatos”.
El periodista Víctor Chávez, en
El Financiero, dio a conocer que desde la tribuna de la Cámara de Diputados, el
Partido Acción Nacional calificó de “parásitos” a los partidos minoritarios, a
los que señaló como “negocios de familias, de grupos de amigos o de
sindicatos”.
Señaló al PRI como el principal
responsable y operador para dar “vida artificial a partidos familiares y
locales”, lo que -dijo- “contraviene el espíritu de la reforma electoral recién
aprobada”.
En voz del Diputado Fernando
Rodríguez Doval, el panismo argumentó así su voto en contra de una
contrarreforma a la Ley General de Partidos, en materia de coaliciones, para
favorecer con votos a los partidos “satélites”.
“La democracia en México no puede estar sujeta a la conveniencia de
algunos grupos y el PRI pretende transferir votos para dispersar la
representación parlamentaria”.
El Legislador señaló directamente
al PVEM que recibe 115 millones de pesos más de los que le corresponden,
“únicamente por haber ido en una colación con el PRI, mismo que le transfirió
más votos de los que realmente le correspondían”.
Ante esta realidad, el analista y
encuestólogo de Milenio, Líebano Sáenz, escribió la siguiente reflexión.
Uno de los temas fundamentales de
la representación política tiene que ver con el pluralismo. Para los partidos
mayores es deseable que la oferta se limite a tres opciones. Por su parte, los
partidos pequeños o alternativos asumen que las reglas no deberían dificultar
su existencia. Lo cierto es que la contradicción es evidente: de un lado se
considera que hay muchos partidos y, de otro, que hay una crisis de
representación; es decir, que más de la mitad de los ciudadanos no participa ni
siente afinidad con organización política alguna.
Los partidos son esenciales para
la democracia representativa. Los regímenes bipartidistas son la excepción y la
pluralidad representa el presente y el futuro de las democracias. El reto es
conseguir que las opciones partidarias existentes, pocas o muchas, sean
auténticamente representativas y útiles a los ciudadanos. Debe precisarse que
en la reforma política fundacional se establecieron normas y procedimientos
para facilitar el registro de nuevos partidos o de partidos preexistentes que
no habían sido formalizados como fue el caso del Partido Comunista Mexicano o
del Movimiento Nacional Sinarquista. La idea vigente hasta hoy plantea someter
a los partidos a la prueba de los votos, en aquellos años, las autoridades
concedían registro con al menos 1.5% de los votos.
Desde entonces han sido muchos
los partidos que han desfilado por la pasarela política de México; la
mayoría ha desaparecido y algunos han resuelto fusionarse. El umbral para
mantener registro se ha ido modificando; después de haber pasado a 2% de los
votos, en la reforma reciente llegó a 3%. ¿Es elevado o es bajo el requisito?
Depende del propósito del indicador. Si es para que los partidos puedan actuar
y, eventualmente, participar en elecciones, la cuota es excesiva, pero si de lo
que se trata es de arribar a la representación proporcional, 3% de los votos
estaría por debajo del estándar internacional.
El tema es que los partidos no
son simples agrupaciones de ciudadanos en torno a un fin o propósito. En
México, la denominación de partido político es exclusiva de las organizaciones
que cumplen con ciertos procedimientos que las leyes locales o federales
determinan, según el caso. Además, desde la reforma de origen, legalizar un
partido conlleva cuatro derechos: actuar políticamente, participar en las
elecciones, recibir prerrogativas financieras y mediáticas, y acceder a la
representación política.
Un partido puede representar un
poder político, pero también, para descrédito de la política, podría constituir
un lucrativo negocio. Las prerrogativas que les corresponden han servido a la
democracia, aunque también han generado efectos indeseables: partidos que
convierten su existencia, no un proyecto político, sino en un medio de
influencia política para conseguir objetivos menores y beneficiarse de las
significativas ventajas económicas y mediáticas que el Estado les confiere. Así,
el proyecto político que el partido dice asumir, sirve de pretexto para otros
propósitos. Estos partidos-ficción han desacreditado al pluralismo y son la
razón del rechazo de muchos a la integración de nuevos partidos, incluso de que
se hable de la conveniencia de desaparecer algunos de los existentes.
De siempre, los partidos pequeños
enfrentan a los grandes. La elevación del umbral para mantener el registro ha
sido uno de los intentos para disminuirlos, al igual que la virtual
desaparición de las coaliciones. A partir de la reforma de 2007, en la boleta
ya no existe el emblema único de los partidos coaligados, sino el de cada uno
de los partidos asociados para que el cómputo electoral se realice sobre la
base de los votos que cada partido aporta. También se ha estrechado la puerta a
la creación de partidos; ahora es un derecho exclusivo de las agrupaciones
políticas nacionales registradas en el INE, no de los ciudadanos, y es un
proceso que sólo puede tener lugar cada seis años.
Bajo las nuevas reglas,
coaligarse es todo un reto para un partido pequeño. Al PT y Movimiento
Ciudadano les ha ido estupendamente en las elecciones presidenciales o cuando
López Obrador ha hecho campaña a su favor a cambio de postular candidatos
afines al proyecto del Tabasqueño. El PVEM ha sido muy eficaz en la
negociación, primero con el PAN, en la elección presidencial de 2000 y, después
y hasta hoy día, con el PRI. Nueva Alianza se ha caracterizado por su
pragmatismo en elecciones locales. Su fuerza se vuelve significativa cuando
articula a su favor al gremio de los trabajadores de la educación.
La diferencia que llevó al PAN a
abandonar la mesa de discusión en la Cámara de Diputados surgió a raíz de la
propuesta del PRD y del PRI para establecer en la Ley que el voto múltiple en
la boleta no sólo cuente para el candidato común, sino también para acumularle
porcentaje de votación a los partidos y así apoyarlos para cubrir el requisito
de sobrevivencia de 3%. El PAN, consecuente con su rechazo histórico a
los partidos pequeños, se opuso enérgicamente y asumió la propuesta como un
compromiso incumplido.
Es claro que el objetivo del PAN
es evitar la proliferación de partidos. La aceptación del PRD y del PRI de
elevar la vara para mantener el registro fue inconveniente para sí mismos, toda
vez que, a diferencia de ellos, el PAN difícilmente realizará alianza con
partidos pequeños.
Para el PRI es fundamental que
los partidos pequeños sobrevivan. En la integración de las Cámaras Federales y
los Congresos Locales difícilmente un partido, por sí mismo, logra mayoría
absoluta. La gobernabilidad requiere pluralidad y un gobierno puede construirse
con un partido mayor y varios pequeños. El PAN se equivoca al no mirarse a
futuro y al no tener claridad del elevado costo político de quedar políticamente
aislado en los Congresos. Esta postura contrasta con la inclinación del PAN de
hacer alianza electoral con el PRD, un partido que no sólo tiene una agenda
distinta, sino contraria a sus principios, a su doctrina y a sus programas de
acción.
Si el INE convalida el registro
de las tres fuerzas políticas que cumplieron con la etapa preliminar del
proceso de nuevo registro, en los comicios de 2015 los electores tendrán 10
opciones de partidos. Sin embargo, estas alternativas sólo sobrevivirán si consiguen,
cada una por su cuenta, 3% de la votación total. Como ha sido la constante
desde 1977, de los votos, con o sin coalición, dependerá la suerte, la
integración y la esencia misma del sistema de partidos en México.
Luis Carlos Ugalde, director de
la empresa Integralia y quien ha estado recientemente en Durango para asesorar
al gobierno de Jorge Herrera Caldera, ofreció su punto de vista al respecto:
"Cuando se aprobó la Ley de Partidos Políticos, hace tres semanas,
algo pasó en donde se estableció en el artículo 87 que cuando dos partidos se
coaligan para lanzar un candidato en común pueden ocurrir dos cosas. Que quien
vota lo haga por uno de los partidos o que el votante decide tachar PRI y
Verde, por ejemplo."
Expresó que anteriormente
"lo que ocurría es que si tachaba PRI y Verde el voto contaba para el
candidato común de ambos partidos y el voto tachado PRI-Verde se repartía entre
los dos y eso servía para recursos y asignación de Diputados de representación
proporcional."
Con la nueva redacción aprobada
hace tres semana establece que si se tacha dos logotipos para apoyar a un
candidato vota para él pero no para los partidos, lo cual "es un obstáculo
porque quitan incentivos" a los partidos pequeños, señaló Ugalde durante
una entrevista en el noticiero de José Cárdenas.
Pero "el Verde se preocupó, se enojó y le
dijo al PRI ‘cámbiame ese artículo porque así no puedo seguir el matrimonio
político contigo'. Entonces la semana pasada, el Diputado Manlio Fabio
Beltrones anunció que iba a hacer la reforma electoral.
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